Asunto: Luz de agua y Jardín de Piedra. Una misiva

Hola Gustavo

Aprovecho el respiro del fin de semana para escribirte y contarte de tus películas en el website de Bernini, que pudimos ingresar al trabajo de la última clase del seminario en la FADU. Me parecieron formidables y me quedé con ganas de garabatear algo sobre ellas, estoy viendo que me quede cierto margen de maniobra para escribir algo más, cuando en un par de meses baje el agite académico-administrativo de esta temporada. También fue muy buena la experiencia de subirlas a Kilómetro 111 con tu escritura y con el artículo de Oscar Cuervo, viejo amigo al que veo muy cada tanto pero que, entre las que conozco, es una de las personas que más cabalmente lleva adelante su trabajo y condición de filósofo. Me divirtió su alusión al «cine fluvial», pero más allá de eso, su forma de ver a Luz de agua y Jardin de piedra en tanto díptico despierta al montajista en cada espectador, ligando uno y otro corto imagen a imagen, reeditándolos a cada rememoración. Nos queda bastante por aprender de la manera en que las películas se van articulando en nosotros, con un remontaje que las reconfigura a cada recuerdo.
Luz de agua
Son impresionantes en Luz de agua el pase de la aridez al río y y cómo modula el conjunto el habla de Godoy. Algunas de sus frases me las he anotado, son para rumiar largamente. Y la manera en que el relato del tornado y la voz van ligándose a lo visto es excepcional. En cuanto a eso de estar perdido en el tiempo, es algo que parece que nos cabe a todos en estas circunstancias que estamos atravesando: de uno u otro modo todos estamos siendo Godoy. O por lo menos a mí me interpela de una manera radical. Te comento un detalle curioso sobre el asunto del gorrión, me recordó algo que hace mucho vi en un video de David Larcher, Ich Tank., del que hizo varias versiones durante los noventa. En una secuencia del video, Larcher grabó un pájaro que se estrellaba sistemáticamente contra la ventanita de su baño y lo enloquecía cada mañana. Fue averiguando qué pasaba y terminó aprendiendo que algunas especies de aves hacen eso porque pelean su territorio con la propia imagen reflejada en los cristales. La revelación dió un giro dramático y casi lacaniano al asunto, y terminó tiñendo a aquel segmento del video con un tono trágico-ornitológico. Espero que al pobre gorrión los genes no le estén jugando una mala pasada. En fin, no soy un birdwatcher como aquel J. A. Baker,  más bien lo que sé de los pájaros lo aprendí en el cine.
Ich Tank (David Larcher)
En Jardín de piedra me impactó cómo el silencio permite concentrar y aislar el trabajo de la mirada en una intensificación creciente. Tanto es así, que uno se pregunta por qué es una opción que muy de cuando en cuando vemos en pantalla, pero que es preciso considerar con la mayor atención, porque de alguna manera reinventa ese silencio que nos hace tanta falta y del cual  permanentemente solemos escaparnos. No se trata tanto de facilitar la contemplación sino de poder ver mejor el tiempo en la imagen,  y si me apuran, podría decirse que también ese juego deja asomar algo así como la posibilidad de ver el silencio. Lo de la vecindad del geriátrico y lo allí entrevisto hacen que el azar de las locaciones traiga un toque de drama mediado y a distancia, que es también notable. Recuerdo que durante una década yo viví en un departamento desde donde podía ver, desde la ventana del comedor, los laterales del edificio de una clínica psiquiátrica. Afortunadamente la mole estaba a una buena distancia a través del pulmón de manzana. Sólo se veían esos tránsitos por los pasillos, aunque cada tanto lo dramático asomaba en forma de gritos lejanos o un ajetreo impreciso.  Brotaba de ahí un inquietante fuera de campo, a lo John Carpenter. En fin, no te demoro más con la asociación libre. Ya me estoy organizando para el DocBsAs donde veré tus novedades y trataré de seguir todo lo que pueda, si es posible, también en algunas salas.  Gracias de nuevo por compartir las películas!
abrazos

EAR

PS: Me conseguí El peregrino. Qué libro raro y fascinante. Difícil para un neófito tomar nota de tanto pájaro diferente y con tantos nombres curiosos. Y más extraño todavía parece este Baker que, según leí era, extremadamente miope y fue literalmente salvado por sus prismáticos.

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