Borrador. Sobre David Lynch y la conspiración del estilo [Extracto]

por Jerónimo Ledesma

[…] Lynch adhiere en su visión sobre el arte a ciertos elementos románticos del surrealismo, sobre todo una teoría expresiva y onírica de la obra y un modo singular de plasmar las ideas. Está convencido de la existencia de una verdad general del sujeto que se puede rescatar por medio de la intuición. (La intuición se traduce prácticamente, en la dirección del film, en un conocimiento consciente parcial, que permite tomar decisiones sobre la pertinencia de un elemento en relación a los otros y a una totalidad aún no formada o sólo implícita. Lo que sustituye a esa totalidad no formada en la realización de la película es la atmósfera, el registro anímico general, lo que Lynch engloba bajo la palabra mood).

Esto supone recurrir a la experiencia cotidiana, personal, del artista, que le brinda directamente la materia para sus trabajos, y que excluye el verosímil (lo posible, lo probable) como restricción de los sentidos. La lógica extrema que permite configurar las narraciones es lo externo internalizado y viceversa: el autor intuye determinadas ideas –imágenes o situaciones– a las que luego anima. Por eso siempre “las creaciones son extensiones de uno mismo”, validadas por la posibilidad de encontrarles una justificación general. “El problema del adentro y el afuera es para mí lo que define la vida y las películas” (Rodley). Lost Highway está enteramente articulada sobre ese problema y su inspección muestra cómo podemos traducirlo en términos de narración cinematográfica […].

[Disponible completo en la versión en papel.]

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