Los no realistas

Conversación con Ezequiel Acuña, Diego Lerman y Juan Villegas.

Si bien el cine tiene sus instituciones muy precisas, las posibilidades para convertirse en cineasta no dependen estrictamente de ellas. Esta situación parece acentuarse cada vez más en el cine argentino de hoy. Es probable que el “nuevo cine”, de los años noventa en adelante, constituya un resultado de esta ampliación de los límites e, incluso, de una suerte de “democratización” de los medios tecnológicos de expresión. Nunca antes hubo en el campo de la cinematografía posibilidades de filmar como ahora; las edades de los cineastas, en cierto sentido, así lo confirman. De allí, tal vez, una de las causas de la heterogeneidad actual del cine argentino.

Como se sabe, dentro de este panorama, la tendencia hegemónica se ubica en la línea del realismo. Contrariamente a ella, los cineastas reunidos en esta entrevista (Ezequiel Acuña, Diego Lerman y Juan Villegas) prefieren construir mundos íntimos, en un punto artificiales y en otro arbitrarios, que no responden a reconocimientos realistas ni a las reglas de los géneros. La elección de un tipo de representación no realista no está desvinculada, de acuerdo a las palabras de los cineastas, de un pensamiento relativo al trabajo de improvisación con los actores, a la banda sonora, a la construcción precisa de los diálogos o al uso de los silencios, a la elección de los espacios, en suma, a la puesta en escena. Si bien ésta no falta por completo en el cine del realismo, aquí no está en función de esa visión de la realidad. Más bien, se diría que su visión del mundo está mediada en gran parte por la literatura, por un tipo de representación literaria (como el de César Aira, Antonio Di Benedetto, Martín Rejtman) con el que estos cineastas establecen una relación particular.

Si la literatura puede servir como modelo narrativo, no sucede lo mismo con el cine nacional. En este diálogo vuelve a subrayarse la necesidad de partir de cero, de hacer un cine contrapuesto al de los años ochenta. En todo caso, la única referencia cinematográfica argentina admisible es el propio cine contemporáneo: los films de Martín Rejtman que contienen, de un modo inédito en la historia de nuestro cine, aquello que estos nuevos cineastas despliegan, de diversas maneras, en sus películas. La búsqueda y la errancia, los viajes, las situaciones insignificantes, la ausencia de acontecimientos, los diálogos banales y a veces frívolos, los personajes cuyo estatuto no responde a construcciones psicológicas, están ya, de un modo u otro, en el cine del autor de Silvia Prieto. Pero, sobre todo, parece tratarse de un cine que no busca construir un mundo ético, donde las elecciones tienden a faltar, y en su lugar aparece cierta postulación de lo neutro. Una neutralidad que no obstante expresa un profundo malestar. De todos modos, estas afirmaciones no dejan de ser provisorias; como se insiste en esta conversación, es preciso considerar estos primeros trabajos sólo como un punto de partida.

[Disponible completo en la versión en papel.]

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