por Miguel Vedda
“El viejo Lukács coloca su análisis del film dentro de una sección dedicada al estudio de cuestiones límite [Grenzfragen] de la mímesis estética. El énfasis puesto sobre la categoría de mímesis podría promover una interpretación errónea: Lukács no entiende el arte como imitación simple –para emplear una categoría goetheana– o reflejo ‘fotográfico’ del mundo externo; de hecho, la autonomización del arte ha permitido que éste venturosamente se emancipara, tanto de toda función práctica inmediata, como de la necesidad de circunscribirse a la imitación de un referente externo; lo cual no impide que la génesis del arte se haya encontrado vinculada (al menos, en parte) con un intento de reproducir determinados aspectos de la realidad objetiva. La mímesis designa en Lukács el carácter imitativo, el ‘hacer como si’, o –en otros términos– el carácter ficcional que, para Lukács, es constitutivo de la esfera estética, y que vale incluso para ciertos casos limítrofes. El lugar específico e inusual que corresponde al film en el sistema de las artes, tal como es construido por Lukács, se explica por el hecho de que aquel –a semejanza de, por ejemplo, la arquitectura y la música– es el resultado de una doble mímesis: en primer lugar, el film requiere de una reproducción desantropomorfizadora de la objetividad a través de la fotografía; en segunda instancia, las imágenes fotográficas se integran a una obra artística, es decir: pasan a constituir un mundo autónomo, sometido a leyes diferentes de las que rigen la realidad objetiva. El descubrimiento de leyes específicas para el arte cinematográfico es, en sí, un paso decisivo para la liberación de éste respecto de las funciones ‘serviles’ que cumplía en un comienzo –así, por ejemplo, la filmación de representaciones teatrales–, y en el sentido de su configuración como una forma de expresión autónoma. Pero así como es decisivo el hecho de que el film haya dejado de ser mera reproducción de una realidad inmediatamente dada, también lo es que la génesis de esta autonomización se vea relativizada o anulada por las condiciones económicas y tecnológicas que la determinan. El cine es la única de las artes existentes que ha surgido bajo condiciones capitalistas y, en virtud de sus peculiaridades técnicas y de sus costos, se encuentra subordinado a aquellas condiciones; de ahí que disponga de chances aun menores que otras expresiones artísticas para crear islas situadas al margen del capitalismo. A pesar de estas ineludibles determinaciones, el film consigue, a través de sus mejores exponentes, elevarse por encima de esa base socioeconómica; la segunda mímesis fílmica –que convierte las imágenes fotográficas en partes de una obra artística autónoma– crea una experiencia visual totalmente diferente de la que permitían las artes preexistentes”.
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