Conversación con Claudio Calidini, Carlos Trilnick y Jorge La Ferla.
Esta conversación sobre la imagen de video, el cine y las nuevas tecnologías (cd rom, internet, dvd rom) se presenta recorrida por dos líneas opuestas, en apariencia incompatibles pero coexistentes. Aunque aquí no terminan de articular un debate, sin embargo son asumidas por los videastas experimentales con férrea determinación. Una de ellas celebra las posibilidades inauditas de experimentación de trabajo con los materiales, al parecer inagotables, que ofrecen todos los dispositivos de imagen, sean cuales fueren, actuales y del porvenir. La otra línea, más cauta, desconfía de la disponibilidad alegre de todos los soportes y las técnicas; y, por el contrario, prefiere la selección y el uso escrupulosos. Podríamos llamar a la primera, con una figura de la retórica, la línea de la inventio: se trata de disponer de las técnicas en beneficio de una invención constante, como si las formas, o los procedimientos, no tuviesen marcas de historicidad, y como si no hubiese tampoco riesgos de repetición, de automatismos o de clisés. Esta línea, si llega a reconocerse en la historia del cine, lo hace siempre para superarlo, ir más allá de él, puesto que tácitamente entiende que el progreso tecnológico constituye también, o debería hacerlo, un progreso paralelo en las artes. En efecto, esta línea progresiva parece considerar al cine como un dispositivo ya vetusto, viejo de más de un siglo. Así, los videastas de la inventio expanden el campo de referentes; se acercan más a la plástica, o parecen situarse en la gran tradición de las artes occidentales; aspiran, en todo caso, a una suerte de fusión de ellas.
La segunda línea está más cerca del cine; se reconoce en él y funda sus elecciones en las vanguardias históricas y en los maestros del cine experimental. Sobre todo considera que la imagen cinematográfica tiene un estatuto diferente al de las imágenes de video, electrónicas, o digitales. No sólo porque la imagen del cine aún registra, mantiene una relación todavía significante con la “realidad”, sino incluso porque su visibilidad depende estrechamente de la proyección, de ese acto (o ritual) de comunicación, cuand la imagen de video prescinde de él y se desentiende del registro. Aun cuando utilicen los nuevos formatos, los videastas de esta línea parecen hacerlo disponiendo de ellos en función de algún objetivo preestablecido. Para decirlo con otra figura de la retórica, esta línea respondería a la dispositio: nuevas y viejas técnicas para objetivos que todavía comparte con el cine. Entre esos objetivos no hay que ver sino aquello que se conserva de la tradición cinematográfica: la moral. En esto, el videasta de la dispositio es una cineasta moderno: se declara responsable de sus elecciones, es selectivo en función del otro, el espectador; es escrupuloso con la mezcla propia de los videastas de la inventio.
Algunos de estos temas, y de las experiencias personales de los artistas, se encuentran en la conversación que sigue.
[Disponible completo en la versión en papel.]
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