Desmontar los campos, montar las imágenes. Hitchcock en la apertura de los campos de concentración [Extracto]

por Gabriel Boschi

Primero algunas consideraciones sobre el registro de las imágenes de Memory of the Camps, de Sidney Bernstein: los camarógrafos involucrados formaban parte de la Unidad de Fotografía y Cine del Ejército británico (AFPU) e ingresan al campo el mismo día de su liberación: el 15 de abril de 1945. Tres días antes, el ejército alemán había negociado la rendición y su entrega. Dos informaciones importantes fueron dadas: que en el sitio iban a encontrar “prisioneros políticos” y que una epidemia de tifus estaba haciendo estragos. La llegada de las tropas ocurre ya de noche, escoltadas por los mismos alemanes. Las SS estaban dentro del campo, esperando entregarse. Se toparon con un escenario de pesadilla: estas imágenes se han vuelto un ícono de la barbarie nazi. Se ha advertido que su uso posterior en las compilaciones de propaganda y documentales ha borrado las especificidades históricas: son consideradas un referente del Holocausto cuando los cadáveres filmados son en realidad el resultado de la negligencia y crueldad del sistema de explotación concentracionario. Bergen Belsen no era un campo de exterminio como Auschwitz, lo que no implica que las atrocidades estuvieran ausentes: el lugar estaba colapsado y el abandono de los prisioneros, sin agua ni comida, provocaba decesos masivos. El estado de estas personas era tan calamitoso que incluso para muchos no fue suficiente la atención sanitaria inglesa: más de 15.000 personas mueren después de la liberación. Existe registro fotográfico (103 imágenes) de la llegada de las tropas pero las condiciones de la luz no posibilitan la puesta en marcha de las cámaras cinematográficas. El registro nocturno de los hechos históricos, o mejor dicho su ausencia, es pensado como un escollo puramente práctico pero su alcance en la historia de las representaciones de la historia política es fundamental. Incluso toda la puesta en escena de un film de propaganda bélico como Desert Victory en donde se narra la batalla de El Alamein gira en torno a lo que pueden llegar a captar las cámaras en la oscuridad del desierto.

De hecho, las primeras imágenes en movimiento de Bergen Belsen refieren al día posterior al arribo de los Aliados; lo que sí hay que marcar es el tiempo prolongado de registro que la AFPU tuvo a disposición (una pequeña unidad se queda hasta el 6 de junio; filman el incendio total de las barracas). La política para reclutar a los camarógrafos implicaba ya cierta experiencia en el campo de batalla, pero los campos de concentración requerían otra disposición de registro: los cuerpos no eran los hombres en uniformes ni la escena los enfrentamientos bélicos. Como relata uno de los fotógrafos de la AFPU, lo que más perturbaba era la “ausencia de sangre” de los cadáveres.6 En principio, el interés del filmar Bergen Belsen radicaba en la oportunidad de retratar al ejército alemán y a las SS en su ámbito natural, situación única posibilitada por la neutralidad declarada para que los Aliados se encargaran sanitariamente del campo y evitaran una propagación de tifus. El entrenamiento de los camarógrafos estaba orientado hacia la cobertura de situaciones de combate; los hechos relacionados con la población civil quedaban fuera de su interés. No había una línea oficial que indicara el modo de registro del motivo y menos aún lo hubo para cuando la AFPU entró al campo. Se practicaba una auto-regulación para el campo de batalla: el enemigo muerto era registrado; el soldado aliado mal herido o muerto no, regla que se hacía extensiva a los civiles. El nuevo panorama de desastre y muerte puso a los camarógrafos en una situación para la cual no estaban preparados “ni profesionalmente ni psicológicamente”; sus testimonios marcan la ausencia de especificaciones por parte de los superiores sobre lo que tenían que registrar en los campos ni cómo debían hacerlo. Las decisiones de encuadre se tornaron personales. […].

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