por Emilio Bernini. La imagen con la que comienza el corto paraguayo de Federico Adorno, Isla Alta (2011), es un plano medio de un horno de ladrillos en el que arde un fuego en la oscuridad de la noche, en medio del campo. La crepitación del fuego se confunde con el sonido espeso de los insectos nocturnos. La extensa duración (casi dos minutos) y la inmovilidad del plano parecen remitir en principio al cine de James Benning, que suele registrar las actividades mecánicas o naturales con una impasibilidad poshumanista. Sin embargo, si nos atenemos al modo en que continúa, el film no sigue estrictamente ese modelo. En principio, porque lo que sigue en Isla Alta es una narración, aun cuando se trate de una narración elíptica, configurada por las consecuencias de algo que ha ocurrido. Por esto mismo, en Federico Adorno hay un interés por la escena de los hombres, por las relaciones que los hombres establecen entre ellos y con su entorno, que están expulsadas del mundo de Benning, más programáticamente atento a los modos de percibir (oír y ver) el mundo, en la forma del cálculo matemático de la duración de los planos, para que cada uno de ellos se constituya como el medio (cinematográfico) de la percepción....
19 agosto, 2021 /