por Alessia Cervini
Čapaev es, pues, antes que nada, un héroe popular, es el ‘legendario comandante partisano rojo en tiempos de la guerra civil’. […] Čapaev es, para todos (incluso para el mismo Eisenstein, que habló más de una vez de Čapaev, haciendo hincapié no tanto en el valor intrínseco de la película sino en la exitosa construcción del personaje principal), el héroe al que todo hombre podía aspirar a convertirse, un hombre común dotado de aquellas virtudes que lo hacen ejemplar para el comportamiento de quienes lo siguen. […] Razones políticas y artísticas se entrelazan entonces en un debate que conduce a una reformulación radical del modelo formal que habían establecido hasta ese momento las bases de la cinematografía soviética, al menos en sus primeros quince años de vida.
[…] Buttafava escribe: ‘Čapaev es la obra central del cine soviético, no solamente porque así lo decidieron la crítica y las autoridades soviéticas de ayer y de hoy: es una película que realmente contiene en sí misma el cine de ayer (revivido con simpleza, quizás vulgarizado, pero con gran talento), el cine de su presente inmediato, pues se puede decir que muestra a muchos cineastas todavía indecisos el camino del ‘romanticismo revolucionario’ o del ‘realismo socialista’ (sobre todo porque las fórmulas oficiales son tan rigurosas como imprecisas y abstractas), y también el cine del futuro próximo (la serie de películas sobre los héroes positivos, las epopeyas históricas revolucionarias, etc.), pero también un futuro hipotético o lejano (la carga espectacular nueva, ‘popular’ en un sentido hollywoodense, del western, no fue reconocida para nada durante los años treinta que, en general, fosilizó su frescura y dinamismo).
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