Editorial
La letra extrae una mirada del mero mundo de lo visible, cumple una función pedagógica del ojo, como solían afirmar algunos críticos y cineastas franceses cuyas nociones y cuyo cine este primer número de Kilómetro 111 revisa.
Por otro lado, si el cine, considerado como espectáculo industrial, apunta hacia una noción cuantitativa de espectador (lógica de la imagen como Capital), la crítica debería impugnar ese destino para extraer, de un fin colectivo, un destinatario singular. Entonces, la supuesta función de la crítica no residiría únicamente en la negación de lo dado, sino también en la instauración de un destinatario en el mundo anónimo de las imágenes audiovisuales. Dicho de otro modo: la crítica como lanzamiento de botellas al mar.
En paralelo a la pregunta por el destinatario, la crítica remite a la pregunta por la fuente, por el origen, que en principio podemos identificar con el estilo y la serie donde se configura el “autor”. Esta noción o constructo teórico-crítico, que surge en el campo del cine en el momento en que es cuestionado en el de las ciencias humanas, aún nos presenta cierto desempeño operatorio. Incluso, desde ciertos ángulos de visión, sobre todo desde una función moral de la imagen y de la evaluación estética, nos parece infranqueable. Por estos motivos, este número de Kilómetro 111 intenta recorrer, como un centro móvil, esa noción de “autor” en la que suelen ir juntas una idea del cine y una idea del mundo: dos generaciones de cineastas (la Nouvelle Vague, la generación argentina del sesenta), dos autores (Bresson, Lynch) y un film con dos autores (Nick’s Movie, Wenders, Ray).
Frente a las grandes finalidades del cine, André Bazin destacaba una muy modesta: la de conservar todo lo que vale la pena ser conservado. Otra más ambiciosa, señalada por Serge Daney, es la que llevó a cabo el cine moderno: la de enseñar a leer las imágenes, el mundo. Precisamente, frente a las grandes revoluciones –tecnológicas– y la imposición del audiovisual, la tarea de la crítica residiría en acoger y suscitar esas dos funciones del cine: su función conservadora (sus registros) y su función crítica (su modernidad).
Esta revista nace de la necesidad de seguir optando por una crítica que aspire a convertirse en destino del cine, de un cine que, reconociendo esas dos finalidades, se inscriba en la idea del mundo que tuvo el cine moderno.
Kilómetro111