Por un cine menor

Conversación con Carmen Guarini, Marcelo Céspedes, Andres Di Tella y Carlos Echeverría.

“Yo creo que el documental no tiene que ver con la politica sino con lo político”, dice Carmen Guarini en esta conversación. En ese pequeño deslizamiento gramatical se concentra en verdad el modo en que el documental argentino se concibe desde los años ochenta. Nuestros documentalistas contemporáneos se distancias, aunque sin dejar de reconocerla, de la concepción militante del documental de aquellos grupos de los años sesenta y setenta como Cine Liberación y Cine de la Base. De ella, echazan sobre todo la transmisión doctrinaria, la imposición dogmática de las ideas, aunque ambas respondieran a una coyuntura histórica que las justificaba o les daba lugar. Sin embargo, ese dslizamiento no deja de evidenciar una forma de la persistencia de la política, pero sin lineamientos partidarios y sin búsqueda de una eficacia inmediata sobre el mundo. A pesar de llo, el documental sigue pensándose como un tipo privilegiado, único, de registro de la realidad, sin prescindir no obstante de una práctica consciente de la puesta en escena o de otras modalidades de la ficción. Una línea de demarcación de este documental puede verse en la distancia que el documentalista recorre en busca del otro (social, étnico, político, etc.), para encontrar allí una “historia” dada a narrar. Esa línea también puede reconocerse en la posibilidad que ofrece de perservar y recuperar experiencias históricas que nos han tocado vivir, sin diejar de lado las contradicciones que las recorren. En este sentido, debe verse aquí una ética del cineasta que, al tiempo que otorga al otro el derecho a la imagen y a la voz, aspira a ser más justo con la realidad representada.

Hoy el documental se encuentra asediado por distintos modos de producción de las imágenes. Tanto la televisión con sus reality shows, sus programas de investigación, y aun parte del cine contemporáneo argentino, toman para renovarse estrategias que históricamente definieron al documental, pero bajo otras lógicas. En este marco, ¿dónde residirían las diferencias entre estas imágenes? En todo caso, las imágenes no parecen definirse por su estatuto genérico o formal sino por la función social que asumen. Este documental se preservar para sí una función social propia que se resiste al mayoritario flujo audiovisual. Sin embargo, a pesar de la escasa circulación y del desinterés público y crítico, a pesar de su lugar menor, sigue apareciendo como un inesperado germen de modernización del cine y la televisión actuales que, por eso mismo, vuelven borrosos los contornos del documental. Esto lo obliga a pensar su especificidad y a encontrar sus propias vías de renovación. Algunos de estos problemas ocupan la conversación que sigue.

[Disponible completo en la versión en papel.]

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