Terrorismos. En torno a Homeland y Zero Dark Thirty

por Patricio Fontana

Homeland usufructúa ficcionalmente la situación instituida por ese discurso –modelo rotundo de enunciado performativo– en el que Obama anunció la ejecución de Bin Laden. Homeland es una ficción sobre la vigilancia –sobre el llamado a permanecer alertas– en la era Obama. Y así, aunque su producción empezó antes que la de Zero Dark Thirty, esta serie puede ser pensada como una suerte de secuela de esa película: Homeland narra el después de la muerte de Bin Laden. De este modo, entre la política exterior norteamericana, la película y la serie –en síntesis: entre política y espectáculo– se trama un inescindible ida y vuelta. En este mismo orden, cuando se informó sobre el asesinato de Bin Laden, Bigelow se vio obligada a cambiar la primera versión del guión que había escrito con Mark Boal, en el que la búsqueda terminaba en fracaso, y luego se consideró la posibilidad de citarla a declarar en el parlamento para averiguar cómo había accedido a los datos que su filme difunde. Como parte de esta lógica que anuda política y espectáculo audiovisual debe leerse también el hecho de que el discurso con el que Obama anunció la ejecución de Bin Laden es, luego, el punto de partida –la condición de posibilidad– de Homeland.

¿Y qué vino después de la desaparición de Bin Laden? Según Homeland, lo que siguió fue más o menos lo mismo, e incluso hubo en territorio norteamericano un atentado en el que murieron 200 personas (tal como se narra en el último episodio de la segunda temporada). En principio, porque como en Zero Dark Thirty con Osama Bin Laden, en Homeland también hay nombres propios –Abu Nazir en las dos primeras temporadas, y luego de la muerte de éste, en la tercera, Majid Javadi y Danesh Akbary, todos miembros de la Guardia Revolucionaria Islámica– en los que se concentra la constante y omnipresente amenaza terrorista sobre Estados Unidos y el mundo occidental. De este modo, la serie despliega una acotada galería de nuevos nombres propios para excitar una misma paranoia. Y en esto, la serie consigue algo que la realidad aún no logró: quiero decir, ¿qué nombre reemplazó con la misma efectividad el de Bin Laden? Pero además, la serie, con una contundencia que la realidad histórica luego de la muerte de Bin Laden aún no ofreció, le da la razón a la alerta de Obama, ya que el atentado que cierra la segunda temporada corrobora que, efectivamente, era necesario permanecer en alerta dentro y fuera de casa, vale decir, que la amenaza no se había atenuado luego de la ejecución de Bin Laden, que la guerra continuaba. Pero en Homeland esa amenaza se tramita, y prolonga, con procedimientos que no son exactamente los mismos que se muestran en el filme de Bigelow, sobre todo en su primera parte. En especial, porque en Homeland no hay (posibilidad de) tortura. Homeland es una serie sobre la guerra al terror en la época de los drones y el soft power. Homeland sí es, en contraste con Zero Dark Thrity, una serie donde el “ingenio detectivesco” es el insumo prioritario de la CIA”.

[Disponible completo en la versión en papel.]

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