Imágenes paganas. De Deleuze a Farocki

por  Silvia Schwarzböck

El paradigma del cine, como código visual para mirar e interpretar imágenes, parece haberse vuelto obsoleto. La cantidad de imágenes en las que el espectador no está pensado como parte de ellas crece exponencialmente. Desde las filmaciones de las cámaras de seguridad hasta las filmaciones con celular para el registro personal. En esas imágenes, en las que la cámara no mira hichtcockianamente, es decir, no mira en nombre de un espectador que se identifica con ella, el atractivo radica, precisamente, en su falta de valor artístico. Todo lo que registre una cámara -sobre todo si la filmación no fue pensada para hacer cine- puede convertirse en found footage: el material de descarte, si no se descarta, se convierte en archivo. El material no artístico es por excelencia es el material artistizable. El concepto de found footage devora al cine, así como en la TV el de no ficción había devorado al de ficción.

No se trata, desde ya, de plantear el fin del cine como arte o pensamiento, sino el del fin del cine como paradigma para leer la imagen y mirar el mundo. Lo que se descubre con la proliferación de imágenes que no pueden compararse con el cine, en realidad, es la vigencia de un supuesto materialista: que no todas las imágenes son arte. Que la imaginación desborda el arte, que es más amplia -y polimorfa- que él y que ella, por eso no entra plenamente en los límites de ningún lenguaje artístico. De ese saber sobre la imagen, que excede la estética, fue siempre portador, a lo largo del siglo XX, el materialismo. La imagen excede al arte como el materialismo excede a la estética. No sólo el materialismo es más amplio que la estética, sino que está en condiciones filosóficas de superarla. Para pensar las imágenes, el saber burgués por excelencia -la estética- necesita del saber no burgués por excelencia -el materialismo-.

[Disponible completo en la versión en papel.]

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